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Entre dos jaiboles y otras anécdotas

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Al hombre le gustaban tanto los tragos que andaba siempre -así lo recordaba Alejo Carpentier- “entre dos jaiboles”.

A comienzos de la década de 1920-1930 estuvo por aquí un norteamericano llamado Enoch Crowder. Washington lo había enviado a La Habana con la misión de supervisar las elecciones y cuando estas pasaron quedó como una especie de procónsul.

Al hombre le gustaban tanto los tragos que andaba siempre -así lo recordaba Alejo Carpentier- “entre dos jaiboles”. Todas las mañanas, después del desayuno, se acomodaba en su butaca preferida del bar del Hotel Sevilla, uno de las más lujosos de la época, y ya “de medio palo”, caminaba hasta el Palacio Presidencial, distante a pocos pasos, para encontrarse con el presidente Alfredo Zayas.

Una vez Crowder se sintió mal, tan mal que se impuso su internamiento en la Asociación Cubana, en la Calzada de Cerro, la clínica de la gente pudiente de entonces y un examen detenido recomendó una perentoria intervención quirúrgica.

De que había que operarlo, estaba claro, pero preocupaba a los médicos las aficiones alcohólicas del personaje: prohibirle beber durante la recuperación, se decían, podía ocasionarle más mal que bien. Y fue así como decidieron permitirle al ilustre paciente tres ingestiones de alcohol al día. Una en la mañana, otra en la tarde, y la tercera, en la noche.

Al volver de la anestesia, uno de los médicos explicó al embajador la determinación de sus colegas y, solícito, preguntó si apetecía el trago inicial. Crowder dijo que no y al rechazar asimismo el trago de la tarde provocó una ola de admiración entre el personal de la clínica.

— ¡Qué resistencia, que entereza, qué modo de sobreponerse a la adversidad!

— Pero llegó el trago de la noche y dejó a sus aduladores colgados de la brocha cuando al preguntársele si lo deseaba, respondió, rotundo.

— Si, tráiganme los tres.

Eso no tiene proteínas

José Manuel Alemán, ministro de Educación.

Blas Roca, secretario general del Partido Socialista Popular (PSP) tiene audiencia con el presidente Grau San Martín y entre los puntos de su agenda lleva una queja contra José Manuel Alemán, ministro de Educación.

— Doctor, lo del ministro Alemán es increíble —dice Blas al mandatario.

— ¿Y qué ha hecho ahora José Manuel? —pregunta el Presidente.

— Doctor, es que, no teniendo ya de dónde robar, se ha robado el dinero del desayuno escolar..

— ¿En qué se basa usted para semejante afirmación?

— Ha suspendido el desayuno en nuestras escuelas públicas. ¿Quiere usted mayor prueba que esa?

— Bueno, José Manuel ha suspendido el desayuno escolar porque está preparando un magnífico plan dietético para la niñez cubana…

— Pero mientras el plan dietético llega, por lo menos podría repartir pan con  guayaba —ripostó Blas Roca, enérgico.

Grau se llevó las  manos a la cintura en gesto característico. Dijo:

— Es que el pan con guayaba no tiene proteínas, amigo…. Se lo digo yo, que soy médico.

¡Me robaron mil pesos!

Esto me lo contó en Santiago de Cuba, hace ya muchos años, Roberto García Ibáñez, que fue representante a la Cámara por el Partido Auténtico hasta que pasó, con Eduardo Chibás, a la Ortodoxia.

Resulta que un día, mientras sesionaba en el Capitolio ese cuerpo legislativo, recibió Ibáñez en su escaño un mensaje tan escueto como perentorio que Rubén de León, presidente da la Cámara, le remitía con un ujier. “Quiero verte”, decía el papelito.

Se vieron, en efecto, al final de la jornada y convinieron en encontrarse sin demora en el bar del restaurante El Patio, no el de la Plaza de la Catedral, sino el que se hallaba casi al final del Paseo, en la esquina con Genios.

— Alberto Inocente Álvarez es un ladrón y un mal nacido —dijo, categórico Rubén de León, en cuanto degustó el primer trago de coñac—. Sí, señor, un ladrón y un mal nacido.

— Hombre, Rubén, eso lo sabe todo el mundo —comentó, como al descuido, García Ibáñez.

— Sí, pero yo lo sé mejor que nadie porque lo sufrí en carne propia. ¡Es un ladrón!

“Yo no sé si tú sabes que detrás del famoso trueque se sebo argentino por azúcar cubano se esconde una jugada de 300 000 pesos, un dinero que se repartirá entre los de siempre: la Vieja (Paulina Alsina, Primera Dama) Carlos Prío (Primer Ministro) y Alberto Inocente (Ministro de Comercio). Yo me enteré y fui a verlo; le soné dos manotazos en la mesa y cuando advertí que se apencó, le puse la luz larga (León tenía ciertamente unos ojos verdes impresionantes) y le dije que quería mi tajada. Alberto Inocente accedió y estuvo de acuerdo con darme 60 000 pesos.

“Pues bien, hoy me llamó para que pasara por su casa a recoger mi dinero. Me condujeron a la biblioteca, entró Alberto Inocente, sacó un sobre de una de las gavetas del escritorio y empezó a contar la pasta, que estaba en billetes de a mil… 1, 2, 20, 48, 50, 55, 56, 57, 58 y 59… porque el billete número 60 se lo metió en el bolsillo y, sin ningún recato, me dijo que era suyo, que esa era su comisión por darme participación en el negocio…”

Sobrevino otro trago de coñac y remató Rubén de León su historia:

— ¡Es un descarado! ¡Qué clase de ladrón! ¡Me robó mil pesos!

Que le va la vida

El 4 de septiembre de 1933 se reúnen Fulgencio Batista y Sergio Carbó. El sargento taquígrafo anda en los trajines de la asonada militar que ese día sacó del poder al presidente Carlos Manuel de Céspedes y privó a  los oficiales de sus mandos. El periodista, uno de los más populares de entonces, es una especie de eminencia gris del golpe de Estado. Es el hombre que, cuatro días mas tarde, como integrante de la Pentarquía, ascendió a Batista de sargento a Coronel y lo situó en la jefatura del Ejército, decisión que no consultó con los otros pentarcas, pero si con los estudiantes universitarios.

— Sargento, sepa que en este golpe le va la vida —dijo Carbó.

Y respondió Batista:

—Pa´ su madre.

Se han publicado 14 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Celia dijo:

    Cómo me gusta leer a Ciro ,no me pierdo una de sus Lecturas ,saludos ciro

  • Julio Manuel Pantoja Hernández dijo:

    Los Estados Unidos como gendarmes del mundo quieren controlarlo todo, eso se acabó aquí a partir del Triunfo de la Revolución, ninguna de esas historias vamos a permitir que se repitan en la Patria, estas historias hay que contarlas en las escuelas y publicarlas en todos los medios de comunicación, tenemos tantas historias que contar del capitalismo en Cuba que no tenemos para cuando parar y ninguna repetida.

    • Arthur dijo:

      Por dios. Pero que necesidad hay de politizarlo todo. Baste con decir que como siempre Ciro nos detalla con lujo facetas y hechos que ocurrieron en nuestra Habana y han pasado inadvertidos por muchos años.

      A usted don Ciro nuevamente le felicito u me gustaría mucho verle de nuevo por la televisión con el programa como me lo contaron para seguir conociendo de esta ciudad tan bella

      • TM.61 dijo:

        Arthur, considero muy atinado el comentario de Julio Manuel y lo asumo como mio. No logro entender cual es el terror a la vocablo "política". Todo lo que con tanta maestría nos cuenta Biachi no es mas que el resultado de la "política" imperante en los politiqueros que desgobernaban Cuba antes del triunfo de la Revolución, aunque a algunos en las Redes Sociales les plazca mas rememoras las imágenes de las tiendas repletas de insumos, las bodegas bien abastecidas, las lujosas mansiones de El Vedado, Miramar, Koly, Siboney, Atabey. Y se empeñen en hacer creer que fue una época de esplendor en Cuba.
        Eso que nos cuenta Ciro como historias pasadas son realidades de presente en la mayoría de los paises de nuestra América. Ese pasado que nos rememora es justo la Patria por la que bogan aquellos que cambian justamente la Patria, por buena Vida.
        Gracias Ciro Bianchi por no permitir que estas historias queden en el olvido. Muchas gracias.

  • joel dijo:

    Interesante

  • José miguel dijo:

    Esas historias deberían publicarlas más .

  • KuKo dijo:

    Ciro es un excelente narrador. Siempre leo sus publicaciones. Saludos para el

  • Ramón dijo:

    Tienden a la risa sino fueran verdad, las historias de una época que no volverá, el humor criollo tbien es un arma contra los anexionistas de hoy

  • Jose dijo:

    Eso es lo que quisieran establecer de nuevo en Cuba el robo del erario público ¡¡¡Sola vaya!!!..

  • El pillo maniguero dijo:

    Excelente Ciro, como siempre

  • 1+ dijo:

    Que manera de reírme con la primera anécdota! Así que traiganme los tres!!! Jajajajaja

  • JL dijo:

    Gracias una vez más Ciro, encantado de leer sus historias

  • Julio Torres dijo:

    Excelente, una agradable forma de contar lá história, los corruptos y sus formas de operar. Estás narraciones son muy buenas para demostrar que lá história puede ser contada de una forma muy
    amena , sin dejar de trasmitir el mensaje.

  • Esther dijo:

    Maestro Ciro, muchas gracias por todas estas historias. ¿Tiene usted la gentileza de explicar con mayor detalle en algún otro momento por qué los estudiantes universitarios estuvieron de acuerdo con Carbó en el ascenso de grados de Batista? Además de la curiosidad que despierta, me parece importante explicar bien este asunto que tuvo luego tal connotación. Gracias por su atención, si es que puede usted leer este comentario.

Se han publicado 14 comentarios



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Ciro Bianchi Ross

Ciro Bianchi Ross

Destacado intelectual cubano. Consagrado periodista, su ejecutoria profesional por más de cuarenta años le permite aparecer entre principales artífices del periodismo literario en el país. Cronista y sagaz entrevistador, ha investigado y escrito como pocos sobre la historia de Cuba republicana (1902-1958). Ha publicado, entre otros medios, en la revista Cuba Internacional y el diario Juventud Rebelde, de los cuales es columnista habitual.

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