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Cuánto orgullo de ser lo que somos

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Diseño: Edilberto Carmona/ Cubadebate.

Gracias a la modernidad tecnológica actual de las comunicaciones he podido ver y escuchar aquí en Windhoek, Namibia, el debate realizado ayer 31 de octubre en la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre las absurdas enmiendas introducidas  por el gobierno de Estados Unidos a la resolución que presentamos nuevamente este año, para exigir la eliminación unilateral e incondicional del genocida bloqueo contra nuestra patria.

Las califico con benevolencia de absurdas aunque muchos representantes de decenas de países utilizaron calificativos más severos.

He visto antes discusiones en plenarios como éste o en comisiones sobre enmiendas que se presentan en organismos internacionales, a un proyecto de resolución o a párrafos de una declaración.

En algunos casos he asistido a debates exhaustivos sobre la redacción literal de una idea donde la erudición sobre el dominio de un idioma se usa con una real intención lingüística perfeccionista o con el propósito político de dilatar la adopción de un concepto que en su esencia está dirigido a defender una causa justa. Eso último es lo que sucede hoy.

La aplastante mayoría de las intervenciones señalaban con crudeza o fina elegancia la intencionada maniobra de eludir o posponer o cualquiera sabe con qué otro oculto objetivo, el propósito de evitar la condena a tal política absurda de pretender rendir a un pueblo por asfixia como hace décadas un alto personero norteamericano explicó sin ambages, que ese era y desde luego siguen siendo su objetivo.

Se convoca para hoy de nuevo la sesión sobre el tema y verán sus intenciones fallar cuando se hagan trizas sus enmiendas y se vuelva a votar la resolución que exige el fin de tan desmesurada y criminal acción contra un pueblo soberano que no acostumbra a rendirse.

Antes escuché a nuestro canciller denunciando previamente que el Gobierno de Estados Unidos, en su voluntad de crear mayores tensiones e incrementar la hostilidad, pone estos obstáculos a la votación en ONU de la condena al bloqueo.

Saben que no puede impedir que se adopte una resolución tan categórica como las anteriores, con una mayoría prácticamente unánime de la Asamblea General contra una política que es obsoleta, aferrada en la Guerra Fría, genocida y una violación de los derechos humanos de todo el pueblo de Cuba y también del derecho internacional, que transgrede las normas internacionalmente reconocidas de comercio y la libertad de navegación y constituye un acto de agresión y de guerra económica.

Pero en su impotencia, -y añadiría incapacidad- no encontraron otro medio este año que dificultar la adopción de dicha resolución mediante el intento de modificar su contenido.

Tratan de disimular la situación de absoluto y profundo aislamiento que tienen  y el rechazo abrumador a su bloqueo económico, comercial y financiero.

Originalmente presentaron un texto de ocho párrafos de enmiendas que luego, con idénticos propósitos dilatorios, dividieron en ocho enmiendas separadas que fue debatido ayer y que pretenden convertirla en una resolución que contenga ataques contra Cuba en el ámbito de los derechos humanos. Habrá cinismo mayor.

La votación sobre el proyecto de resolución que pide su fin se realizará hoy jueves 1 de noviembre.

Pero debo reconocer que me emocioné muchas veces cuando representantes de todo el planeta hablaron con tanto cariño de nuestro pueblo y de su infinita solidaridad.

La gratitud por el esfuerzo hecho por nuestro pequeño pero agigantado pueblo con tanto amor y desinterés, es el mejor pago a tal empeño.

La condena al bloqueo se repetirá pero todos esos mensajes de amor y cariño llegaran a los oídos de una madre cubana, cuyo hijo murió ayudando a las víctimas de un terremoto en América o en un combate en África austral, volverá a poner una flor en el retrato mustio que conserva en un íntimo altar y será feliz pensando que su sacrificio no fue en balde.

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Giraldo Mazola

Giraldo Mazola

Diplomático y periodista, colaborador de Cubadebate.

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