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Revolución y educación en las proyecciones políticas de Fidel Castro

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Fidel con alumnos cubanos en la Plaza de la Revolución. Foto: Archivo.

Fidel con alumnos cubanos en la Plaza de la Revolución. Foto: Archivo.

En 1964  Che Guevara formuló tesis sobre las razones por las cuales Fidel Castro había cimentado la revolución cubana sobre sólidas bases, entre las que destacó su capacidad para asimilar conocimientos y experiencias para comprender el conjunto de una realidad dada, sin perder de vista los detalles, su fe inmensa en el futuro y su amplitud de visión para prevenir los acontecimientos y anticiparse a los hechos.

Esta objetiva valoración se ratificó a lo largo del proceso revolucionario y resume rasgos que van más allá del carisma personal porque se trata de un hombre de profunda sensibilidad que lo llevó a identificarse con el pueblo y,  como también dijera Che Guevara, a auscultar sus intereses y voluntad.

Con su original e inteligente receptividad del marxismo desde posiciones antidogmáticas, desplegó  una corriente de pensamiento capaz de articular esa concepción con las más avanzadas tradiciones nacionales de su país, en especial con el legado de José Martí. Los aportes de esas avanzadas concepciones sociopolíticas del siglo XIX fueron hilo conductor de su pensamiento político y de su praxis revolucionaria.

Un hombre de su tiempo y para todos los tiempos

Fidel fue un luchador y un educador social desde su temprana juventud; formado en el fragor de la intensa lucha de clases, frustraciones y debates de la Cuba neocolonial, en medio de contiendas políticas en varios países de América Latina y en el contexto de las confrontaciones que abría la Guerra Fría a partir de los años cuarenta del pasado siglo.

Profundizar en las concepciones y aportes de Fidel sobre la revolución social y el rol que corresponde a la educación en ese proceso, no debe perder de vista que generó un pensamiento y una obra integral en la que sobresalen varias facetas como son: su permanente reflexión sobre la importancia de los contextos históricos que marcan los derroteros revolucionarios; entender la sociedad como totalidad; su concepción de la historia como condicionante del presente y fuente para su análisis; las relaciones entre teoría y práctica y entre estrategia y táctica, unido al manejo antidogmático de regularidades del desarrollo social, contradicciones y oportunidades. A ello se suman su empeño por la integralidad y continuidad de la revolución social, el reconocimiento del lugar del ser humano en ese proceso y los roles de la individualidad y de la crítica y la autocrítica incorporadas al quehacer político.

No es fácil determinar qué campo de sus concepciones tuvo más fuerza y proyección en su obra, pero sin lugar a dudas el de la educación ocupa un sobresaliente lugar, vista en su fusión con la cultura artístico-literaria y la ciencia. Se trata de una integral concepción de la cultura que expresa su humanismo porque siempre reconoció el importante rol que tienen la subjetividad y la acción consciente de los seres humanos en el avance de la sociedad, en la elaboración de estrategias y tácticas del desarrollo revolucionario que tiene que ser resultado del trabajo colectivo.

Sus concepciones sobre la educación son núcleo de la política cultural que impulsó desde 1959 y se vinculan con la construcción del nuevo poder del pueblo necesitado de mayores niveles de preparación para enfrentar las tareas políticas en el proceso revolucionario. Lo expresó claramente el 15 de enero de 1960 en el Paraninfo de la Academia de Ciencias donde, junto con avizorar para Cuba un futuro de hombres de ciencia y de pensamiento, dejó claro que para lograrlo era necesario rescatar las inteligencias que hay en el pueblo. O sea formuló un concepto de largo alcance que erigió en política de desarrollo: la necesaria democratización del conocimiento.

Esa proyección se asocia directamente con la construcción de un nuevo poder político de naturaleza popular, objetivo permanente de la Revolución Cubana que se explica de forma muy clara desde La Historia me absolverá. El triunfo del primero de enero de 1959 concretó los primeros pasos en la conformación de ese poder político que para su concreción requiere la democratización de la educación como derecho del pueblo.

Fidel pronuncia discurso en la concentración en la Plaza de la Revolución "José Martí", para proclamar a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo, el 22 de diciembre de 1961. Fuente: Periódico Escambray / Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

Fidel pronuncia discurso en la concentración en la Plaza de la Revolución "José Martí", para proclamar a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo, el 22 de diciembre de 1961. Fuente: Periódico Escambray / Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

Revolución y construcción del socialismo

Dos concepciones bien definidas en la obra de Fidel son: 1. Revolución y construcción del socialismo son conceptos referidos a un mismo proceso anticapitalista y pro socialista que se fusionan. Revolución marca el sentido de transformación social, de cambiar todo lo que tiene que ser cambiado, y construcción del socialismo tiene que ver con la naturaleza y los contenidos de esos cambios encaminados a sumar condiciones favorables al socialismo.  2. La educación de las masas populares y su cultura política están entre las condiciones que garantizan el avance de ese proceso.

De ello se desprende que lo referido a la construcción del socialismo debe ser punto de partida para el análisis de las concepciones de Fidel sobre la educación —y sobre otros muchos temas—, ya que se trata del marco histórico, económico y sociopolítico en el que se proyecta y realiza su obra revolucionaria. Si bien el concepto que más utilizó es revolución, también utilizó construcción del socialismo, lo que es teórica y políticamente válido para referirse al proceso de transición socialista. Es ese uno de los temas más complejos en la teoría marxista, por ser un proceso contradictorio, muchas veces inédito y de largo alcance en el tiempo que en Cuba se lleva a cabo en condiciones de predominio capitalista global y de permanente injerencia y bloqueo de Estados Unidos.

En proyección para la construcción del socialismo, Fidel jerarquizó el arma de la crítica como termómetro que mide el avance revolucionario. Es crítica como labor educativa y como instrumento de cambio que introduce un concepto devenido en política: la rectificación, entendida como autocrítica y ajuste de la estrategia de orden socialista. Entre otros, un ejemplo de esa capacidad educativa de la crítica se puso de manifiesto el 17 de noviembre de 2005, en su intervención en el Aula Magna de la Universidad de La Habana donde a la vez que reconoció la meritoria hazaña del pueblo que impidió que en Cuba se produjera el derrumbe del socialismo como ocurrió en otros países, realizó un profundo análisis sobre problemas endógenos que pueden arriesgar la continuidad de la Revolución Cubana.

En esa ocasión, además de alertar sobre la posible reversibilidad del socialismo, reconoció que uno de los mayores errores cometidos fue pensar que se conocía sobre la construcción del socialismo, reflexión que amerita un análisis mucho más profundo del que estamos en condiciones de realizar en este texto. Es sin dudas una deuda que las ciencias sociales cubanas tienen con relación a la teoría de la revolución social, necesitada de mayor profundización en las condiciones actuales de nuestro país y de los procesos de cambio que tienen lugar en América Latina.

No obstante, puede sintetizarse que Fidel consideró la construcción del socialismo como un proceso dialéctico en el que deben ir concretándose los objetivos socialistas en una secuencia de continuidad y ruptura. La primera está dada por la proyección estratégica de avanzar hacia el socialismo, como brújula de toda acción socioeconómica y política que se realice, y las rupturas están dadas por las combinaciones de logros, insuficiencias y errores cometidos a partir de las tácticas empleadas en cada momento o por cambios de coyunturas históricas. En ese proceso, la educación en todas sus facetas se erigió en uno de sus principales objetivos revolucionarios por considerarla condicionante del avance de la construcción del socialismo.

Inaugura la escuela especial “Solidaridad con Panamá” para niños con limitaciones físicos motoras en el Reparto Fontanar, 31 de diciembre de 1989. Foto: Estudios Revolución/ Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

Inaugura la escuela especial “Solidaridad con Panamá” para niños con limitaciones físicos motoras en el Reparto Fontanar, 31 de diciembre de 1989. Foto: Estudios Revolución/ Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

Fidel y su empeño por la educación

Como ya se ha planteado, Fidel fue consciente de la importancia de la educación en la conformación del poder político de naturaleza popular que garantizara el avance de la revolución, lo que encierra una proyección de la democracia de nuevo tipo que asegure altos niveles de involucramiento, participación y movilización popular, y la creación de un sistema de emancipación múltiple del ser humano, cuyo eje es la justicia social.

Fidel supo desde muy temprano que el poder político hay que conquistarlo y que el gran reto es consolidarlo. En su liderazgo al frente de la Revolución Cubana, están las evidencias de su labor para crear y fortalecer canales que garantizaran la participación popular. Es en este plano donde insertamos el trascendental rol que debe jugar la educación en un proceso revolucionario genuino, para que el reconocimiento del carácter popular del poder no sea solo declarativo, sino algo real y palpable. Lograrlo requiere crear las condiciones para que el pueblo trabajador realmente sea el sujeto portador de poder, y esas condiciones son materiales y espirituales. Para cumplimentarlas se requiere de posibilidades de empleo, seguridad social y salud. Pero sobre todo requiere de educación y de cultura política. No hay poder popular sin las condiciones para ejercerlo y la educación forma parte de esas condiciones dadas en un marco amplio de justicia social y dignidad humana.

Para Fidel, el programa de justicia social definido en La Historia me absolverá no podía desarrollarse sin crear bases educativo-culturales para que esa justicia fuera el eje que guie cualquier cambio y crecimiento económico en Cuba, de ahí que permanentemente la jerarquizó como un importante criterio ético-axiológico y cultural con influencia en la regulación de las transformaciones socialistas. Su concepto de justicia social implica oportunidades y posibilidades para el conjunto de la sociedad; se asocia con concepciones opuestas a desigualdades y discriminación por motivos de sexo, raza, edad o creencias religiosas, y adquiere una dimensión nacional e internacional. Significa amparar los intereses inherentes a la condición humana, lo que implica trascender la defensa estrecha de los derechos humanos para concebirlos como constitutivos del quehacer socioeconómico y político.

Fidel vinculó justicia social con la creación de condiciones materiales y espirituales que satisfagan los intereses de las masas populares. En ese plano encontramos las mayores motivaciones de Fidel en su empeño por el desarrollo y democratización de la educación. No olvidar que en un contexto de aguda lucha de clases y de injerencia norteamericana, el nuevo Estado bajo su dirección propició transformaciones en todo el sistema político, pero para hacerlo creó las condiciones educativo-culturales necesarias.

Aunque sea "una verdad de Perogrullo", hay que reconocer que en la proyección política y social de Fidel Castro la educación ha sido uno de los ejes motivadores de su lucha por una sociedad mejor. Muchos son los datos históricos que lo demuestran.

Para Fidel lo más importante era crear en los médicos su consagración total al más noble y humano de los oficios: salvar vidas y preservar salud. Foto: Fidel Soldado de las Ideas.

Para Fidel lo más importante era crear en los médicos su consagración total al más noble y humano de los oficios: salvar vidas y preservar salud. Foto: Fidel Soldado de las Ideas.

Datos que la historia brinda

Trazar una política en cualesquiera de las esferas que definen un proceso de construcción del socialismo requiere de proyecciones y acciones concretas para hacerlas realidad. Con audacia y empeño Fidel desplegó acciones  favorables a la democratización de la educación en Cuba. Solo reseñaremos algunas.

Cuando se producía el asalto al Moncada, el 23.6 % de la población cubana era analfabeta o semi analfabeta y solo estaban matriculados el 55.6 % de los niños entre 6 y 14 años. Un millón y medio de habitantes mayores de 6 años no tenían aprobado ningún grado de escolaridad. Solo el 17 % de los jóvenes entre 15 y 19 años recibía algún tipo de educación y la población mayor de 15 años tenía un nivel educativo promedio inferior a tres grados.

Son deplorables las cifras totales sobre el estado de la educación en Cuba cuando triunfó la Revolución: 600 000 niños sin escuelas, 10 000 maestros sin trabajo y pocos centros para la enseñanza técnica y profesional. En la educación superior solo existían cuatro universidades, una de ellas privada y con patrones de carreras muy limitadas. Esa era la herencia que muy pronto la naciente revolución subvirtió cuando prácticamente, de la noche a la mañana, en 1959 fueron creadas 10 000 nuevas aulas y a los pocos meses del triunfo revolucionario ya había dos veces más maestros rurales que en toda la historia bajo el capitalismo.

No puede olvidarse que la vocación de esta revolución por la paz se puso de manifiesto cuando 69 cuarteles fueron convertidos en escuelas para más de cuarenta mil alumnos y que antes de terminar 1959, en diciembre de ese año se dispuso la primera reforma integral de la enseñanza, a la vez que más de tres mil maestros emergentes y voluntarios marcharon a las montañas y más tarde se organizaron en la Brigada de Maestros de Vanguardia Frank País.

Con los mismos objetivos, a principios de 1961 comenzó el plan de educación para campesinas “Ana Betancourt” y se desplegó la masiva Campaña de Alfabetización, que daría el tiro de gracia a la incultura en este país a pesar de los intentos contrarrevolucionarios - incluyendo el asesinato de jóvenes alfabetizadores- para destruir la pacífica, pero potente arma que la naciente Revolución estaba construyendo.

La Campaña de Alfabetización fue la muestra más fehaciente de la nueva democracia que la Revolución generaba al crear reales condiciones para el empoderamiento y la participación popular en el país. En solo un año fueron alfabetizados más de setecientos mil adultos, abriendo paso a la educación de adultos, con crecientes escalones incluyendo la creación de las Facultades Obreras y Campesinas y los cursos para trabajadores y a distancia en las universidades.

No olvidemos que, en medio de la Campaña de Alfabetización, el 16 de abril se declaró el carácter socialista de la Revolución y el 6 de junio se dictó la Ley de Nacionalización de la Enseñanza, que reafirmó el carácter gratuito de la misma, a la vez que se abrió un sistema de becas sin precedentes, anunciado el 22 de diciembre de 1961, el mismo día que Cuba fue declarada Territorio Libre de Analfabetismo. De inmediato más de cuarenta mil hijos de obreros y campesinos integraron el primer contingente de becarios, y se desarrollaron cursos de seguimiento y superación obrera y de técnicos.

La Reforma Universitaria se realizó en 1962. No solo democratizaba el acceso a las universidades, como dijo el Che, para blancos, negros y mestizos, sino que posibilitó el desarrollo de la investigación científica y la cultura, a la vez que se crearon nuevas especialidades de estudio.

Sería imposible enumerar o recordar todos los logros que en materia de educación, ciencia y cultura artístico-literaria ha acumulado este país, por lo que nos quedamos en estos pilares que son las bases de otros muchos logros de esta Revolución y de los índices de prosperidad acumulados durante años. Basta recordar que para 1975 la educación primaria en Cuba se había multiplicado en casi tres veces a la existente en 1958, mientras que la educación media lo hacía en más de seis veces, a la vez que la enseñanza universitaria se multiplicó de forma tal que si en 1959 en Cuba había 15 000 alumnos universitarios, en 1975 había más de ochenta y tres mil, cifra que fue creciendo con logros significativos.

Muestras visibles de lo alcanzado en Cuba en materia de educación son, por ejemplo, la comparación entre las tres universidades públicas que existían en 1959 con las decenas de centros de educación superior que hoy tenemos; el desarrollo de la educación especial, proyectada con un profundo humanismo, con amor y muchas veces a contracorriente de las afectaciones materiales derivadas del bloqueo impuesto por Estados Unidos. Si importante fue convertir cuarteles en escuelas y desplegar una hazaña participativa para alfabetizar a todo un pueblo en menos de un año, también lo es convertir salas de hospitales y casas en escuelas para hacer realidad el empeño por lograr la mayor inclusión social y hacer que cada cubano tenga un lugar en esta sociedad y una autoestima que los haga sentirse útiles y dignos.

Palabras finales

Valorar el peso que tiene la educación en las proyecciones políticas de Fidel y en su obra requiere identificar su rol personal como educador, y su decisivo papel en la creación y despliegue de un sistema educativo con buenos impactos en todo el país. Bajo su impulso la Revolución Cubana convirtió la educación en un derecho del pueblo, la hizo gratuita en todos los niveles sin olvidar la integralidad que debía alcanzar el sistema educativo, forjado desde diferentes dimensiones favorecedoras de enfoques científicos y como vía para cultivar los goces de la espiritualidad a través del arte, la literatura y el deporte.

Dos grandes logros nacidos del humanismo fidelista han sido el desarrollo de la educación especial para que los que tienen limitaciones físicas o mentales puedan insertarse en la sociedad, sin exclusiones ni discriminaciones. De igual forma se destaca el internacionalismo educacional como tradición de solidaridad hacia otros pueblos con notables ejemplos como son el programa de alfabetización “Yo Si Puedo” y la creación de la Escuela Latinoamericana de Medicina que ha graduado a miles de jóvenes humildes provenientes de diversas latitudes; jóvenes que, en sus países, bajo la égida del capitalismo y las políticas neoliberales, nunca hubieran tenido las posibilidades de convertirse en profesionales de alto nivel.

Son logros de la Revolución Cubana impulsados por la proyección de largo alcance de su líder, de un estadista, de un revolucionario comunista que ha hecho de la sensibilidad, el humanismo, la motivación y la ética, ineludibles medios para avanzar hacia un mundo más justo.

 

 

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  • Ernesto Aristizábal Reyes dijo:

    Agua de Dios, Cundinamarca, COLOMBIA, domingo 15 de 2021
    Saludo fraterno desde Colombia, felicitándolos por tan fortalecedores artículos que contribuyen a esclarecer y reafirmar la grandeza del pueblo y el gobierno cubano, de su Partido Comunista y de ese gigante del pensamiento dela Humanidad: FIDEL CASTRO R.
    En mi computador y en impresiones que guardo en un carpeta, leo y estudio sus sabias orientaciones en todos los campos de conocimiento.
    Ernesto Aristizabal Reyes

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Dra. C. Olga Fernández Ríos

Investigadora Titular del Instituto de Filosofía y Vicepresidenta de la Academia de Ciencias de Cuba

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