Imprimir
Inicio »Opinión, Política  »

La oreja peluda de la restauración colonial

| 9 |

El País siguió paso a paso la convocatoria de la marcha, focalizó y elevó a primer plano el protagonismo del “agente de cambio” entrenado por Estados Unidos. Imagen tomada de Educomuniquemos UNED

A los fluidos y entrañables vasos comunicantes entre los pueblos españoles y el cubano —cada uno de los pueblos de la Península ha dejado entre nosotros una impronta que late en todos los ámbitos de la vida insular—, hay quien pretende, a estas alturas, colocar obstáculos, enturbiarlos.

Mientras en La Habana se desarrollaba con éxito el Coloquio Internacional Gallego: Antropología testimonial y Cultura de la pobreza, a propósito del cuadragésimo aniversario de la publicación de la novela Gallego, de Miguel Barnet, y se entrelazaban voces de académicos cubanos y españoles para ponderar una aventura literaria que enaltece una relación identitaria esencial, el diario madrileño El País emitía un editorial bajo el título “La cerrazón cubana” y apostrofaba en el bajante: “El acoso represivo de La Habana contra la disidencia pública ancla al país en el inmovilismo retrógrado y antidemocrático”.

En los mismos días en que el Ballet Español de Cuba, bajo la dirección del maestro Eduardo Veitía, se afanaba para ultimar detalles de la temporada de estreno del espectáculo Ascendencia hispana, en el Teatro Nacional, el editorialista del citado medio echaba a rodar una especie de supuesta “bunkerización del régimen” cubano y de “su antediluviano inmovilismo”.

Todo porque se les había echado a perder el espectáculo mediático que tenían montado para festejar la marcha que nunca existió el 15 de noviembre, es decir, el frustrado estallido social que debía, si no derrocar, al menos poner en crisis al gobierno cubano —legitimado política, social y legalmente— y abrir las compuertas de la restauración capitalista neocolonial.

Se les había echado a perder el espectáculo mediático que tenían montado para festejar la marcha que nunca existió el 15 de noviembre, es decir, el frustrado estallido social que debía, si no derrocar, al menos poner en crisis al gobierno cubano

El País se preparó para secundar y arropar la intentona. Siguió paso a paso la convocatoria de la marcha, focalizó y elevó a primer plano el protagonismo del “agente de cambio” entrenado por Estados Unidos, y montó una cobertura por horas y minutos de lo que sucedería entre el 14 y el 15 de noviembre a lo largo y ancho de la Isla.

Que lo hagan ABC o El Mundo, no sorprendería tratándose de medios conservadores; el segundo, embadurnado por una leve pátina liberal, disputándole al primero la primacía entre las audiencias de la derecha. Pero El País, que presume de representar una equilibrada posición centrista desde que pertenece al grupo editorial Prisa, debía ser consecuente con su equidistancia, aunque sabemos que esto último no pasa de ser un eufemismo. Basta con recorrer las dos últimas décadas de la publicación —exactamente de 2003 en adelante— para que salten a la vista con admirable regularidad informaciones y valoraciones que tienden a apuntalar la matriz de opinión de que el cambio de Cuba hacia la órbita neoliberal es lo que corresponde. Apertura en ese discurso equivale a rendición, reformas; a renuncia, libertad; a sujeción.

Y para ello ha dado tribuna a los llamados disidentes y opositores —ya se sabe de qué van esas disidencias y quién procrea a tales opositores— y hasta alguno de ellos han sido acogidos como columnistas.

Una de estos, frívola y bien pagada favorita de la directiva del diario, publicaba en enero de 2019, bajo el título “Revolución es decepción”, una diatriba en la que aseguraba: “Como un gesto de profundo simbolismo, el 1 de enero el acto oficial para celebrar el 60mo aniversario del triunfo de la Revolución cubana se hizo en el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba. Más que el cumpleaños de algo vivo, sus defensores se reunieron alrededor del cadáver de un proceso, del ataúd de una utopía”. Quien irrespetó la memoria sagrada de Fidel —más allá del rimbombante amago metafórico con que daba por terminada la Revolución cubana— no solo fue la columnista, sino el medio de prensa.

Después de tal acogida a lo más reaccionario y soez de la contrarrevolución, no es de extrañar que el centrismo de El País haya derivado a una posición beligerante, que en el caso de la convocatoria de la marcha animó expectativas que se fueron a bolina. De la frustración del equipo editorial dio cuenta el bajante que calzó la cobertura especial del 15 de noviembre: “La Habana amaneció este lunes tomada por agentes de policía y de la Seguridad del Estado ante la convocatoria de las protestas. El Gobierno ha declarado la manifestación ilegal y mantiene a opositores y periodistas sitiados en sus casas. Continúan las detenciones de críticos”.

Nunca, ni de lejos, La Habana fue una ciudad sitiada, ni hubo detenciones como las que notificaron siguiéndole la pista a un grupúsculo de abogados pagados por agencias federales de EE.UU.

No puede ser más lastimosa la falta de objetividad y la bancarrota profesional de un medio que alardea de ser serio. A la imprecisión de decir que el gobierno declaró ilegal la marcha —cuando bajo la rigurosa aplicación de la normativa constitucional, en verdad fue desautorizada— se suma un paisaje delirante que solo existió en la imaginación de corresponsales y fuentes periodísticas reflejadas. Nunca, ni de lejos, La Habana fue una ciudad sitiada, ni hubo detenciones como las que notificaron siguiéndole la pista a un grupúsculo de abogados pagados por agencias federales de EE.UU., ni nada por el estilo. Parece que la redacción de El País confundió La Habana con alguna ciudad colombiana o sudanesa, o con las urbes europeas que ahora mismo viven jornadas de protestas masivas.

El País no solo padece de una miopía incurable a la hora de evaluar la realidad cubana, sino que juega a ser un actor de peso —si los yanquis dejan— en el diseño de la Cuba que quiere Washington

Lo único evidente es que El País no solo padece de una miopía incurable a la hora de evaluar la realidad cubana, sino que juega a ser un actor de peso —si los yanquis dejan— en el diseño de la Cuba que quiere Washington. Lo realmente inadmisible es la intromisión en los asuntos cubanos de la dirección del diario. Ya no se trata de columnistas ni corresponsales —como el excelente prestidigitador que les sirve desde La Habana— sino de una opinión editorial que se permite pontificar y dar recetas como estas:

Tras décadas de cerrazón, resulta evidente que los gestos de apertura no prosperarán sin el apoyo decidido de una comunidad internacional que permita al régimen que preside Miguel Díaz-Canel revisar su deriva, liberar a los presos y permitir la discrepancia. Es necesario el concurso de Washington, la gran potencia de la zona, para superar su anquilosamiento punitivo y, al igual que hiciera Barack Obama, buscar vías que permitan recuperar espacios de libertad. Desde el ángulo europeo, España dispone de un puñado de cartas que le permiten jugar a fondo en favor de dinámicas de apertura y flexibilidad. Más allá de los intereses geopolíticos de cada actor, el avance hacia la democracia en la isla habrá de hacerse con el criterio y la participación de una población que hoy vive en condiciones graves de penuria económica y desamparo político.

Lo único evidente es que El País no solo padece de una miopía incurable a la hora de evaluar la realidad cubana, sino que juega a ser un actor de peso —si los yanquis dejan— en el diseño de la Cuba que quiere Washington, Miami y los predios filofranquistas y neoliberales de España. Una Cuba que dejó de ser hace buen tiempo colonia y que seguirá queriendo la otra España.

(Tomado de La Jiribilla)

Se han publicado 9 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Cubano dijo:

    Son mercenarios..dan lastima

  • Mauro dijo:

    Pedro excelente, una sugerencia; poner en contexto la ley mordaza que implantó el PP, que incluso hoy hay una huelga de policías, para que no la quiten, porqué facilita su represión; que el gobierno de España, desautorizo el referéndum de Cataluña y como se hizo, tiene preso nueve políticos catalanes, tienen preso a un rapero por denuciar en sus canciones al rey, una institución enquilosada, antidiluviana, un rey fugado huyendo de la justicia por corrupto, del cual por ley no se puede hablar. Son solo ejemplos.
    Finalmente nuestro Granma, Juventud Rebelde deben hacer y divulgar un editorial con esa denuncia al periódico embustero, lacayo de Estados Unidos., Alto y claro, si el gobierno de España se dijusta, es su problema, que ponga orden en su sistema y si su colaborador en la Habana, dice mentira denunciarlo ante la ley.

  • Francis Francisco dijo:

    Excelente comentario! Al final, el pueblo español es de izquierdas, como el cubano! A diferencia de las propuestas de Junior Garcia y de El País, debemos hacer un frente iberoamericano de lucha ideológica y avance social! Abajo la Derecha mundial!

  • Felipe dijo:

    Noto cierto pesar en las palabras del redactor por la postura de El País, vamos a demostrar que esta Cuba nuestra puede ser inclusiva, plural, libre, próspera y sostenible y a preocuparnos menos por lo que dice la prensa internacional, en definitiva cada cuál tiene derecho a expresar su opinión, o no?

  • PLC dijo:

    Buen articulo, los lazos entre el pueblo español y el pueblo cubano, deberían ser diferentes...
    Siempre me he preguntado como es posible que si de España, obtuvimos nuestra religión y de ese pueblo llegaron nuestros ancestros, a sabiendas de nuestro ajiaco como nación, de allí llego mi abuelo y fundó aquí una familia de la cual soy descendiente.
    ¿ cómo es posible que en la cultura de mi país, la relación entre ambos pueblos sea tan distante ?.
    No estoy negando para nada el cariño que muchos españoles sientan por Cuba y por sus hijos, pero no podemos soslayar que la influencia del hegemonismo imperial, ha tenido gran parte de culpa, en que esa relación pueblo a pueblo no haya sido más profunda..
    Es cierto que España fue el enemigo principal de Cuba, para el logro del sueño independentista de la naciente nacionalidad cubana del siglo XIX por su condición colonialista y puede que por ese enfrentamiento el cual llevó a España a perdernos como colonia, haya incrementado nuestro distanciamiento, para finales de ese propio siglo, pero la realidad es que mi abuelo llegó a Cuba en la década del cuarenta del siglo XX, procedente de las Islas Canarias y no teníamos entonces que seguir viéndonos como enemigos, los españoles y los cubanos..
    Solo puedo dar como lógica de ese distanciamiento, el efectivo proceso de adoctrinamiento que durante todo el proceso neocolonial, ejerció sobre la población cubana el gobierno de los EEUU, mostrándose como el salvador de los cubanos y a España como el enemigo irreconciliable, todo ello le sirvió, para poder ejercer una dominación total sobre el pueblo cubano, logrando así apoderarse de las mejores tierras, así como de los sectores más importantes de la nueva República, estando siempre amenazados, por el famoso apéndice de la Constitución, la muy conocida "Enmienda Platt",...
    Por suerte el sentimiento independentista del pueblo cubano prevaleció, sobre el sentimiento anexionista que nos vendieron durante todo el período neocolonial enmarcado desde el (1898 - 1958), no fue hasta 1959 que con el triunfo de la revolución se alcanzó la verdadera independencia para el pueblo cubano y pudimos conocer realmente nuestra verdadera historia y la importancia de ser soberanos en nuestras decisiones...
    Sin embargo y lo veo así es tan fuerte la maquinaría propagandística del imperio, que lejos de buscar el acercamiento entre pueblos hermanos como Cuba y España, logra incrementar nuestras diferencia e incluso, si para algo nos enorgullecemos algunos cubanos de nuestros ancestros españoles, ojo que no digo la mayoría y respeto cualquier criterio diferente, ha sido la posibilidad, que en un momento tuvimos de acceder a la nacionalidad española, con la posibilidad adicional de poder de ese modo ya como cubanos y no como españoles de obtener los beneficios que las leyes de EEUU otorgan de manera excepcional a los cubanos.
    Cuan fuerte es el poder de esa maquinaria propagandística imperial, que medios de prensa de España se siguen plegando aún, a las políticas de aislamiento a la revolución cubana, negando ante todo la realidad de Cuba y los lazos familiares que nos deberían unir más de lo que nos distancia como pueblos de Cuba y de España.
    Por eso es importante conocer de la historía y de los interés que mueven los hilos de la política internacional...Por acá seguiremos en combate, construyendo puentes entre los pueblos y seguros de que venceremos.

  • Ulises Pena caballero dijo:

    Si el imperialismo no es así entonces no es imperialismo, quien espera sinceridad desde ese punto,lo único que vale es el capital nunca el ser humano

  • Preocupado colorado dijo:

    El periódico se llama El País ... de los gringos.
    El otro es el Mundo ... según la CIA.
    Y por último, es el ABC ... de la derecha.
    Tofo medio responde al que le paga.

  • César Gómez dijo:

    Excelente comentario. La verdad que El País no quiere, porque no puede ver. Gracias, Pedro. Y un abrazo!

  • CMC dijo:

    Excelente análisis de Pedro de la Hoz.
    Igual me había dado cuenta del juego servil que estaba haciendo El País a Washington.
    En esta prueba de la "MARCHA" este medio quedó totalmente DESTEÑIDO.
    Es que: !! Es tan fácil coger a un mentiroso!! ...

Se han publicado 9 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Pedro de la Hoz

Pedro de la Hoz

Periodista cubano, jefe de la página cultural del diario Granma.

Vea también