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El despertar de una generación

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Foto: Archivo.

Conviven entre nosotros varias generaciones, cada una de ellas modelada por tiempos y circunstancias diferentes. De la más antigua —ayer denso y frondoso bosque— el paso de los años va dejando árboles dispersos. Sus raíces se hunden en el recuerdo de las luchas contra la tiranía, en las vivencias de una República en proceso de descomposición y en los albores épicos del triunfo de enero de 1959.

La siguiente surgió con el anhelo de cumplir tareas de gigantes. Tuvo la oportunidad de hacerlo cuando, apenas a la salida de la infancia, fue convocada a participar en la Campaña de Alfabetización. Estamos arribando a las seis décadas de aquella hazaña portentosa, asociada simbólicamente a la cartilla y al farol.

Transcurría el año 1961, en el cual se sentaron dos pilares fundamentales para la conquista de la soberanía: la victoria de Playa Girón y el inicio de una revolución en el terreno de la educación, decisiva para el logro de la plena emancipación humana, cimentada en la formación de un sujeto crítico, consciente y participativo, capaz de potenciar al máximo sus facultades creativas.

En secuencia célebre de Memorias del subdesarrollo, Sergio contempla la ciudad a través de un catalejo. El conflicto planteado por Tomás Gutiérrez Alea en ese clásico de la filmografía latinoamericana se adscribe al debate de ideas que caracterizó a la década del 60 del pasado siglo. Desde los ángulos más diversos —la economía, la sociología, la política y la cultura— se llevaba a cabo un sistemático desmontaje de las formas de opresión colonial y sus consecuencias en la vida de las naciones emergentes.

Roberto Fernández Retamar se refirió reiteradamente a la dramática contradicción entre países subdesarrollantes y subdesarrollados, porque la dependencia engendra deformaciones estructurales de la economía, con sus repercusiones en el abismo de desigualdades creado en la sociedad y en la cultura. En este último caso se manifiesta en un reducido sector ilustrado con visos de modernidad, instalado sobre un trasfondo que permanece al margen de la historia.

Con la Campaña de Alfabetización, sus protagonistas, aquellos adolescentes formados en contextos urbanos, descubrieron la violencia impuesta por el subdesarrollo a través de la miseria extrema, las vidas cercenadas por la falta de acceso a los servicios médicos, así como las expresiones de otra cultura y de otros valores. Lo hicieron a través de la convivencia cotidiana en territorios regidos por el más absoluto desamparo y la ausencia de información.

Fue un aprendizaje que rebasaba las enseñanzas de los libros de historia y revelaba, con la crudeza de la confrontación directa, las realidades siempre silenciadas que configuraban la esencia y el destino del país. Como antecedente de esa experiencia, en conmemoración del 26 de Julio, más de medio millón de campesinos pudieron visitar La Habana, acogidos muchos de ellos en hogares capitalinos.

El rescate de la soberanía de la nación y el enfrentamiento al imperialismo pasaban por el reconocimiento del otro, por la redefinición del concepto de cultura y por la valoración de la naturaleza del subdesarrollo. Constituían el fundamento de una larga lucha por la emancipación, que imponía la necesidad de superar una pesada carga en lo interno, acumulada a través de siglos de dominación colonial.

Para las manos encallecidas en el duro laboreo, adaptarse al manejo del lápiz constituyó un desafío. Había que asumirlo cada noche, robar horas al sueño al cabo de la jornada de trabajo, alumbrados tan solo por el farol parpadeante. Valía la pena sobreponerse al cansancio e intentar la tarea.  Significaba, ante todo, un acrecentamiento de la autoestima, un paso decisivo en la conquista de la dignidad. No tendrían que volver a padecer la humillación de firmar con una cruz documentos de implicaciones desconocidas.

Representaba también, para ellos y para sus hijos, la posibilidad de incorporarse a una acelerada dinámica social, de construir proyectos de vida y de constituirse en sujetos actuantes en la transformación del país. Sin esa acción precursora, convertida en una auténtica y profunda revolución cultural, no hubiéramos podido lograr el desarrollo científico que hoy nos enorgullece.

Fue una hazaña sin precedentes. Pulverizó los pronósticos de los más calificados especialistas a nivel internacional.  Nació de la confianza depositada en las potencialidades latentes en el pueblo, convocado a participar en un empeño redentor. Entre los actores se contaban los muchachos procedentes de las capas urbanas y aquellos otros, deseosos de adueñarse de la letra confiados en la construcción de un porvenir mejor, así como los pedagogos formados en la mejor tradición cubana que supieron elaborar métodos de instrucción ajustados a las posibilidades de maestros neófitos.

Al cumplir su sexagésimo aniversario, la evocación de la Campaña de Alfabetización no puede reducirse a un homenaje formal. Sigue constituyendo fuente de aprendizaje. Incita a la relectura productiva de las razones y el sentido del proceso revolucionario cuando la confrontación con el poder hegemónico pasa por la economía y alcanza la sociedad, la cultura y los medios de comunicación. Hoy como ayer, en un contexto de creciente complejidad, se impone hurgar en lo profundo de nuestra realidad mediante el estudio y el empleo de las herramientas de la ciencia para sentar las bases, a través del diálogo con el otro, de una hegemonía cultural con vocación emancipadora.

(Tomado de Juventud Rebelde)

Se han publicado 7 comentarios



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  • Gustavo dijo:

    Es admirable la lucidez mental de ésta quijotesca dama, su prosa fluye en un torrente de verdades aleccionadoras de convincente frescura juvenil, muchos de los temas que aborda constituyen cátedras de historia, filosofía, humanismo revolucionario, fidelidad y respeto por los demás.

  • Yoe dijo:

    Muy bonito todo pero el guajiro cambio el machete x el lápiz y emigró para la ciudad razón por la cual existe una insuficiente producción de alimentos,y Olvídense que cuando el guajiro coje la placa no vuelve al fango.

  • Ricardo dijo:

    Como todo lo que escribe Graciela, no puede dejar de leerse y meditar.
    La Campaña de Alfabetizacion, cuya culminacion hace 60 años se celebrara pronto, fue una proeza de la juventud de la epoca. Siempre he dicho, y lo reitero, que para quienes tuvimos el privilegio de participar fue nuestro "Asi se templo el acero". Todo lo que vino despues fue mas facil, comparado al hecho de con solo unos pocos años de edad logramos vencer innumerables obstaculos, necesidades, retos, y peligros.
    Siempre le agradecere a la Revolucion habernos dado la oportunidad de ser parte de una de las misiones mas importantes, con fuerte repercusion nacional e internacional.
    Hay que celebrarlo por todo lo alto.

  • Milagros dijo:

    Muchas gracias por su artículo lleno de sabiduría, mucha salud y larga vida

  • Guillermo Morán Loyola dijo:

    Consideramos excepcional su artículo, y es que todo homenaje se reduce solo a algunos momentos, y la obra fue tan ardua y grande, que la misma revolución de aquellos tiempos no se dió cuenta que esa gran campaña motivó a la campaña por el 6to grado, el 9no grado, y más tarde a la Cátedra del adulto mayor, Ha sido heróica la labor de los educadores, de aquellos casi niños alfabetizadores, de los que con sangre pagaron el odio del imperio como Manuel Ascunce, Conrado Benítez, que siempre están presentes. Dió lugar a Yo si puedo, como método de enseñanza universal por parte de pedagógos cubanos, y quizás un método de enseñanzas de idioma sea premiado como método universal de enseñanza.
    Me tocó aprender a leer por mímicas, a escribir con caligrafía tipo Palmer, y fué una escuela nunca olvidada para mí, todavía recuerdo las mímicas, y mi profesora Deysi Araujo. Con los tiempos la educación se perfecciona, basta conque el imperio nos quite el bloqueo para lograr más grandes empeños, como el de nuestra hermana Venezuela, con sus laptos para niños, y otros y eficientes métodos de investigación y desarrollo.
    Gracias doctora por este bello artíiculo, felicidades se acerca el Dia del educador.

  • Juanito K. dijo:

    Un artículo a la altura literaria y política de su admirable autora, una cubana que fue, es y será de todos los tiempos.
    También hasta aquí todos han sido muy buenos comentarios como el de Guilermo Moran.

  • Giraldo Mazola dijo:

    Además de abrir el camino a la cultura y desarrollo a las preteridas masas de campesinos explotados, la otra masa de jóvenes y casi niños que los alfabetizaron, a su vez fueron alfabetizados y aprendieron mas que sus adultos alumnos.Conocieron el país que había que defender y por qué había que defenderlo.
    Lo mismo se repite hoy con los jóvenes y adolescentes que han integrado otro ejército que acudió solidario a apoyar la lucha por la salud y la vida embatiendo una pandemia en las zonas rojas. También al ayudar recibieron y aprendieron de los pacientes que contribuyeron a rescatar de la muerte. Cuando se reincorporen a culminar sus estudios aplazados serán sin duda alguna mucho mejores profesionales.
    Ese ciclo se repetirá ante cualquier nuevo reto y serán mejores cada vez los nuevos combatientes.

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Graziella Pogolotti

Graziella Pogolotti

Crítica de arte, ensayista e intelectual cubana. Premio Nacional de Literatura (2005). Presidenta del Consejo Asesor del Ministro de Cultura, vicepresidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, miembro de la Academia Cubana de la Lengua y presidenta de la Fundación Alejo Carpentier.

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