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El héroe caído que, simbólicamente, reclama órdenes para continuar peleando por la Revolución

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Prólogo del General de Ejército Raúl Castro Ruz al libro “Ramón Paz Borroto, en la forja de una proeza”, de Alberto Alvariño Atiénzar, Mílderth Álvarez Pérez y Cecilio Jiménez Marroquíla, bajo el sello de la editorial Verde Olivo.

Ramón Paz Borroto se incorporó al Ejército Rebelde en noviembre de 1957, cuando ya era un destacado luchador y dirigente clandestino en las minas de Charco Redondo, y se distinguió en el segundo combate de Pino del Agua el 16 de febrero de 1958. No tuve la posibilidad de conocerlo de cerca e intimar con él porque a inicios de marzo de ese año partí con la columna número 6 para fundar el Segundo Frente Oriental Frank País. En los meses posteriores, Paz escribiría páginas sobresalientes en muchas acciones.

Su heroica caída resulta inseparable del escenario en el que participó hace algo más de sesenta años bajo el mando directo del Comandante en Jefe.

Muchos autores han significado la importancia de la sucesión de combates y batallas librados en los distintos frentes durante el año 1958 y su contribución final al triunfo revolucionario; sin embargo, poco se ha valorado en su justa dimensión, lo que en mi consideración fue, en su conjunto, una proeza militar, escrita durante el rechazo y la victoria decisiva contra la Ofensiva de Verano de la tiranía y sobre la cual el Che, con toda precisión expresó: “El ejército batistiano salió con su espina dorsal rota”.

Jamás en la historia militar cubana hubo una correlación similar entre las partes beligerantes, como en este caso en que un número aproximado de doscientos combatientes armados al inicio de la operación —algo más de trescientos al concluir— enfrentó a 10 000 soldados bien equipados, acompañados de tanques, apoyados por la artillería, la aviación, unidades navales y abundante aseguramiento logístico. Para que se tenga una idea, baste señalar que se concentraron 14 batallones de infantería y siete compañías independientes.

De nada valió su mayor y último intento. El adversario sufrió más de mil bajas, de ellas un número superior a trescientos muertos y 443 prisioneros. No menos de cinco grandes unidades fueron aniquiladas, capturadas o desarticuladas. En poder de las fuerzas rebeldes quedaron 507 armas, incluidos dos tanques, diez morteros, varias bazucas y 12 ametralladoras calibre 30.

Durante 74 días de incesante lucha se libraron 30 combates y seis batallas de trascendencia, en los que 31 oficiales y combatientes del Ejército Rebelde ofrendaron sus vidas. Con el arsenal capturado se formaron nuevas columnas que invadieron el centro del país y el Camagüey, y otras se desplazaron hacia el norte de la antigua provincia de Oriente, con lo cual quedó cubierto todo su territorio.

Es un referente el hecho de que un pequeño ejército revolucionario, no profesional, con escaso e inferior armamento, poco equipamiento y apenas sin posibilidades de supervivencia, venciera a fuerzas entre 30 y 50 veces superiores.

Opuesta a la lógica de la matemática en las acciones militares, el Ejército Rebelde ratificó el valor inobjetable que tiene el potencial político y moral en cualquier guerra, a pesar de la superioridad extraordinaria del adversario. Pero, el factor esencial de aquella victoria determinante fue la sabia dirección y conducción personal de Fidel en los combates y las batallas, en los que demostró su pensamiento militar y capacidad visionaria para adelantarse a los hechos y adoptar las decisiones que exigía cada momento.

En medio de aquella epopeya, entre los jefes a los que Fidel se dirigía y encargaba las acciones más complejas y riesgosas estaba Ramón Paz Borroto con una disposición a toda prueba, quien sabía interpretar a cabalidad las ideas de las acciones del máximo jefe rebelde y cumplía con firmeza invariable las misiones recibidas. A fuerza de cualidades de dirección, disciplina y valentía supo ganarse la confianza del líder de la Revolución.

No resultó un hecho casual que el Che, parco en elogios, respondiera a la misiva de un combatiente: “… no olvides que Paz es nuestro mejor capitán, un poco duro a veces, pero justo y muy valiente”.

Paz, cuando tuvo confusión con una indicación de combate de Fidel, su respuesta no pudo ser otra que, con la vergüenza que le caracterizaba, pedir que le mandara órdenes pero para pelear, y entonces lo hizo del modo más elocuente. Creció tanto en el orden militar, en tan poco tiempo, que le valió el ascenso a comandante apenas cuarenta y ocho horas antes de su muerte gloriosa, el 28 de julio.

Llegó a contar entre los imprescindibles. Cuando Fidel narraba las últimas acciones para expulsar definitivamente del territorio de la Sierra Maestra al adversario, en los días de la estocada final en Las Mercedes, exclamó: “¡Qué falta nos hubiera hecho en ese momento un Paz o un Cuevas!”.

No resultó un hecho fortuito que Fidel recordara a Paz y lo destacara entre los primeros cada vez que venían a su memoria aquellos días del rechazo de la ofensiva de la tiranía en el verano de 1958; así lo mencionó reiteradamente muchas veces hasta sus últimos días de vida. Tengo la certeza de que él habría tenido mucha satisfacción con la salida a la luz de esta obra que sentía como una deuda para que se conociera y perpetuara la memoria del fiel combatiente. Esta edición cumple tal propósito.

Aprecio la amplia investigación realizada en poco tiempo por los autores de este volumen biográfico. Era algo pendiente porque Paz no se conocía lo suficiente y es una muestra del rescate de la historiografía que las nuevas generaciones no deben desconocer ni olvidar.

Ramón Paz Borroto cayó en la forja de una proeza militar que escribió el Ejército Rebelde. Allí, en Providencia, en una sencilla tumba en la tierra donde libró su último combate, yacen los restos del héroe caído que, simbólicamente, reclama le manden órdenes para continuar peleando por la Revolución.

Esta edición deviene monumento imperecedero a su memoria.

Se han publicado 45 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Nilda dijo:

    Tuve el honor de visitar y participar en un trabajo de limpieza de la tumba de Ramón Paz Borroto, muy emocionante estar frente a la historia viva.

    • ruben dijo:

      Algun dia quisiera ir a ese lugar leí su libro

  • Vivian Leyva dijo:

    El ejemplo de los k lucharon por esta revolución como fueron Fidel y Raul nunca lo debemos olvidar,por eso es muy bueno k se hagan libros como este, para k las futuras generaciones conozcan de su grandeza,de su heroismo...

  • El Gabo dijo:

    Hagamos una película al estilo americano, pero con nuestra ideología, sobre los sucesos de la Coubre hace ya 61 años, que quede espectacularmente impactante, para mostrar a los que están perdidos sepan en que contexto NUESTRO COMANDANTE EN JEFE Dijo la CÉLEBRE FRASE PATRIA O MUERTE, Porque parece que algunos ya lo olvidaron.

  • welder dijo:

    Maravilloso pasaje, yo nací allí donde cayó el comandante Ramón Paz, pero creo que se debería profundizar en la divulgación de las hazañas de muchos héroes como él, no conocía mucho de su vida mas que el peregrinar a limpiar su tumba en los tiempos de escuela. La historia no puede ser olvidada

  • ruben dijo:

    Tengo el honor de haber leído el libro y saber lo valiente q era Paz. Lo compararía con la valentía de camilo y de maceo. Hombres q no tenían ni una gota de miedo. Dieron su vida por la libertad de Cuba a cambio de nada. Eso son los verdaderos héroes de nuestra patria.

  • Hilda paz dijo:

    Es muy necesario que historias de heroísmo como está sean las que prevalezcan y contagien a nuestra juventud y porque no a todo nuestro pueblo,en el caso de Ramón Paz Borroto se pone de manifiesto el carácter y la vergüenza de los revolucionarios de verdad y de los dotes de dirección de nuestro Comandante en jefe Fidel que supo dar oportunidad a un verdadero héroe,muy importante este punto en el discurso de Raúl tan claro como siempre,gracias Raúl gracias Fidel,gracias Ramón Paz Borroto

  • Isela dijo:

    Llama mi atención todos los cmentarios anteriores al mio;de hecho co incide con todos estos comentaristas. La historia no nos perdonará el hecho de que las generaciones postre a los 80s no tengan dominio de nuestra rica historia Patria. Soy una mujer adulta y por demás profesional y no siento vergüenza en decir, por ejemplo que fue durante el periodo de distanciamiento por la covid que realmente conocí quien es Ale ida Marc porque me leí el libro Evocación.
    Con esto quiero decir que si no se escribe la verdadera historia de nuestros héroes y mártires con el paso del tiempo se seguirá creyendo en el ensartar de mentiras que difunden los enemigos de nuestre gloriosa Revolución. Se cuan importante es conocer la historia de la humanidad toda, pero soy del criterio de que a las actuales jóvenes y novísimas generaciones de cubanos hay que enseñarles primero la nuestra; de esta más reciente que lo enemigos pretenden tergiversar porque saben que muchos de sus protagonistas aun viven. Soy rotundamente optimista y como martiana acérrima tengo fe en el mejoramiento humano; también es cierto que estamos perdiendo tiempo; que estamos desatendido lo importante para dar prioridad a lo urgente. Eso el curso de la historia no nos lo a perdonar. Téngase en cuenta que,aunque hduela decirlo y mucho más aceptarlo, los padres y maestros de estos tiempos muchos son víctimas de los daños no cuantificados del bloquro; por tanto no tienen la formación ni las convicciones de las familias ni de los maestros que EDUCARON a los que como yo nacimos"para vencer y no para ser vencidos" con la convicción Guevariana de que a los enemigos de la Revolución no les podemos dar " ni tan tito así" Las nuevas familias no están cumpliendo cabalmente sus funciones educativas, por lo que a mi modo de ver le toca al Estado y Gobierno tomar las riendas para conducir la formación integral de los hombres y mujeres que deberán sostener las banderas conquistadas, y no me refiero solo a nuestra enseña nacional, hablo de todas nuestras conquistas.
    Para nadie es un secreto cuánto han querido desacreditar la idea de que nuestro pioneros qunieran ser como El Che, porque a algunos se le ha metido en la cabeza de que la altura y dimensiones del Che son inalcanzables; entonces hay que trabajar para que se conozcan todos los ches que puedan estar pasando como inadvertidos porque no se nos haya ocurrido hacer públicas sus roles en nuestra historia. Estamos a tiempo de salvar el futuro; sálvese ya porque no valen los arrepentimientos cuando se pierdan los verdaderos valores humanos que la Revolución Socialista Cubana nos enseñó que existen.

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Raúl Castro Ruz

Raúl Castro Ruz

Fue presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba (2008-2018) y primer Secretario del Comité Central del PCC, cargo que ocupó desde el 19 de abril de 2011 hasta el 19 de abril de 2021. Combatiente revolucionario, dirigente político, estadista y jefe militar. Por los servicios prestados a la defensa del país, el 15 de noviembre de 1976 fue ascendido al grado de General de Ejército. El 27 de febrero de 1998 por acuerdo del Consejo de Estado, al cumplirse el 40 Aniversario de su ascenso a Comandante del Ejército Rebelde, le fue otorgado junto al Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, el título honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Máximo Gómez en Primer Grado, en consideración a su larga trayectoria, sus grandes méritos revolucionarios y la consagración al deber durante estos años.

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