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María Jorge, una mujer de El Mejunje (+ Video)

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María lleva casi 30 años en El Mejunje. Foto: Telecubanacán.

Tiene 58 años y el pelo, largo y recogido apenas con una liga, comienza a blanquearle en pequeñas mechas sobre las orejas. En una de ellas luce una argolla que le da cierto aire de roquera empedernida, pero a María de la Caridad Jorge López no le gustan las definiciones tan estrictas.

Al trabajo llega y se va manejando una moto, vestida con pulóver ancho y pantalón sobre los tobillos; en casa lo cambia por un short y un par de chancletas tan varoniles como su figura y sus gestos. En el cuerpo tiene varios tatuajes pequeños, marcas de una vida llena de luchas, sacrificios y victorias.

En su mano izquierda, un ildé blanco y rojo anuncia su consagración a Changó, el orisha más viril del panteón yoruba. En la otra casi siempre tiene un cigarro, el vicio que le ha dejado una voz inconfundible para todos los que desde hace casi 30 años la han visto en la puerta de El Mejunje, el centro cultural de Santa Clara enfrascado en la defensa de la inclusión, el arte y el respeto.

María es uno de los personajes más icónicos del proyecto creado hace 37 años por Ramón Silverio, y lo mismo se le puede ver en la taquilla de la entrada que en el patio, organizando algún concierto.

Ha estado sobre el escenario y tras bambalinas, en las calles repartiendo comida a los ancianos o en los campos más apartados junto a algún proyecto social. Dondequiera que esté El Mejunje, ahí está ella, con un corazón que lo ama tanto como a las mujeres y a Cuba.

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María es la icónica taquillera de El Mejunje. Foto: Telecubanacán.

Santa Clara es bohemia por naturaleza. Quizás por una posición al centro de Cuba que la convierte en punto de encuentro, o por la espontaneidad de su gente, la ciudad vive entre guitarras, grafitis, pinturas, bailes y poemas.

Así la reencontró María en la década de 1980, cuando regresó luego de vivir casi un quinquenio en Checoslovaquia, adonde se fue con solo 19 años como parte de los convenios entre Cuba y aquel país.

"En Santa Clara estaba siempre en el parque con los roqueros, con los trovadores. Había un lugar al que llamábamos el trono, y ahí pasábamos las noches. Íbamos a los cabarets, a las descargas, no dormíamos en las madrugadas. Eran locuras, aunque todas cosas sanas”, recuerda.

Pero a María le quedaban muros que necesitaba romper. Cuando regresó de Europa, sentó a su madre y no lo pensó demasiado: “Soy lesbiana –le dijo–, y el que me quiera tratar así, que lo haga”. Ya era una mujer. No quería esconderse más.

Ella nunca la vio, pero imagina que su madre sentó al padre y a los tres hermanos y les contó la verdad. Del tema nunca más hablaron. “Mi madre me dijo que yo tenía casa y no quería verme por ahí pasando trabajo. Ahora hay entendimiento, pero en aquellos años, no. Si ibas a un hotel, te abrían las habitaciones; en la calle podías ir presa, la gente se burlaba, te rechazaba”.

Tampoco la habían entendido en la escuela. María es fuerte, segura, pero todavía llora si recuerda aquella vez en la primaria, cuando citaron a su madre porque en el expediente habían puesto que la niña era marimacho.

“Me duele mucho recordar eso. Mi mamá me llevó a psicólogos y todo. En la escuela la hicieron sufrir, aunque le causaron más daño a ella que a mí. Yo era una niña y no entendía nada, pero mi madre sí sabía de qué se estaba hablando”, cuenta.

En el barrio era diferente. María nació y todavía vive en el Condado, uno de los lugares más conocidos de Santa Clara por una historia de delincuencia y marginalidad incrementada a base de mitos populares. Sin embargo, allí todo era distinto.

“Aquí crecí junto a muchachas que nunca me repudiaron ni me trataron mal”, dice mientras sostiene un cigarro que la calma para contar su historia y seguir adelante. Luego mira fijo, como casi siempre hace: “Fue difícil, pero aquí estamos”

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El Mejunje surgió para acoger a todos. Foto: Telecubanacán.

Como si fuera un simbolismo, El Mejunje surgió ante María el 14 de febrero de 1992. Aun lo recuerda claramente. Ella tenía 28 años. El centro cultural había surgido el 26 de enero de 1985 iluminado por la luz de Ramón Silverio, el hombre que sigue dirigiéndolo hoy.

Durante sus primeros años el proyecto recorrió varios sitios de la ciudad, pero en ninguno encontró lo necesario para sostenerse. Unas veces porque en las noches no debía acoger a homosexuales y roqueros en un edificio dedicado a los niños durante el día; otras porque una biblioteca tampoco parecía el escenario ideal para las descargas de música, teatro y poesía.

Un día Silverio no pudo más y dejó un cartel en el lugar de los últimos encuentros: “Para mis amigos, estoy en mi casa”. Y hasta allá fueron ellos junto a una mezcla de artistas, trovadores, teatristas, jóvenes y ancianos, reunidos para hacer el bien y beber el cocimiento de hierbas que a la postre le dio nombre al sitio de las tertulias.

Cuando María llegó por primera vez, ya el Gobierno de la ciudad les había ofrecido otro espacio para continuar las actividades. Era un edificio destruido, sucio y con hierros, palos y maleza en su interior, pero en pocos días estuvo listo para los primeros espectáculos.

El lugar conserva todavía las marcas de aquellas ruinas, especie de recordación de los duros caminos que transitó El Mejunje hasta convertirse en una de las instituciones culturales más reconocidas en el país. Toda esa historia la conoce María, porque nunca más se fue desde aquel 14 de febrero.

“Ese día se armó una bronca tremenda, a golpes todo el mundo. Entonces, algunos nos acercamos a Silverio y le dijimos que no era posible permitir eso en un lugar tan bonito. Le pedimos hacer algo y comenzamos a hacer carnets para asociar a las personas. El que llevaba a alguien que no estuviera asociado, debía responsabilizarse".

“Así estuve un tiempo, pero la muchacha que cobraba la entrada empezó a faltar y yo comencé a encargarme de eso. Silverio me dio un carapacho de jicotea y ahí echaba el dinero. Fueron tiempos duros. En la calle seguía el mal criterio sobre El Mejunje y muchas veces debíamos decir 'oye, nos vemos esta noche en el hueco', para evitar el desprecio de la gente”.

El Mejunje rompió barreras con sus shows de transformismo. Foto: Telecubanacán.

Luego comenzaron a realizar shows de transformistas y la batalla fue peor. La década del noventa se traducía en escasez, problemas con el transporte, apagones, prejuicios, incomprensiones públicas y privadas, pero una vez por semana El Mejunje llevaba a aquellos artistas a lo más alto del escenario. Sin embargo, una iniciativa como aquella tendría siempre más de un escollo.

“Empezaron a llegar canales extranjeros de televisión para filmar las actividades y después muchos salían por ahí tergiversando lo que hacíamos y lo que era El Mejunje. Tuvimos que parar un poco aquello, pero Silverio no se detiene”.

“Cuando nadie quería a los roqueros, El Mejunje les dio espacio. De aquí surgió La Trovuntivitis, un monstruo de la trova en Cuba. Silverio rescató a Los Fakires y desde aquí recorrieron el mundo. Los shows de transformismo todavía perduran. Y todos ellos nos llenan de admiración por el compromiso y la seriedad que tienen con su trabajo. Aquí han trabajado con dinero y sin él, y esa es una enseñanza que ha logrado El Mejunje y Silverio”.

No obstante, hasta hoy esa lucha es una marca que no han perdido con los años. La sintieron cuando Silverio echó a andar el proyecto Zona Rosa, una idea que asombró incluso a María, tan acostumbrada a romper esquemas e imponerse a todo.

El propósito era llevar a los transformistas hasta las comunidades campesinas más apartadas del territorio. Y allí donde muchos esperaban rechazo, hallaron los aplausos más altos.

Para María, El Mejunje es el lugar que le ha permitido aportar alasociedad. Foto: Vanguardia.

También la descubrieron durante varios 17 de mayo. Como si fuera otro de los simbolismos que marcan su vida, ese día María celebra su cumpleaños con la bandera cubana entre las manos, casi siempre al frente del grupo que desanda varias calles de la ciudad. Es como si recordaran que el respeto y la inclusión forman parte de la cultura que El Mejunje desborda.

Con Santa Clara por la Vida ocurrió lo mismo. El proyecto, unión de voluntades para repartir alimentos y medicamentos a los más desfavorecidos de la ciudad durante los peores momentos de la pandemia, llegó como un manto salvador para muchos.

“Estaba en casa de uno de mis ahijados mientras él le repartía comida a un abuelito. Ahí mismo le comentó la idea a Silverio y enseguida le tomó la palabra. Todos nos enrolamos en eso y ayudamos bastante. El Mejunje tiene amigos tanto en Cuba como fuera y ellos también se sumaron. Aún mantenemos el proyecto. Es otra forma de ser útiles a la sociedad”, dice.

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El proyecto Santa Clara por la vida reparte alimentos y medicinas entre los más necesitados. Foto: Archivo.

María vive entre su trabajo y su hogar en El Condado. El Mejunje es amplio y a cielo abierto; la casa es larga y estrecha, con una barbacoa que casi obliga a bajar la cabeza para estar en ella. En la sala hay un televisor, varios muebles antiguos y unos pocos adornos, aunque las soperas y atributos de sus santos le dan más color al lugar. Tiene una jutía y dos perros, cría gallinas, cuida un árbol de algodón que parece sacado de un libro.

En una de las paredes cuelga una foto del Che Guevara, uno de los ídolos que María reconoce como parte de su vida. Es un sentimiento que la acompaña desde la infancia, cuando su madre le contaba las peripecias del clandestinaje mientras el guerrillero tomaba la ciudad. Impulsada por esas historias la niña buscaba una boina de su padre y le cosía una estrella de papel. En aquellos juegos, María era la hija del Che.

“Mi otro gran ídolo es Silverio. Soy su amiga personal, pero también su trabajadora y cumplo con lo que se me exige y un poco más allá. Él es el hermano, el amigo, el compañero. Describir a un hombre tan excepcional es difícil. Nos ha enseñado a respetarnos a nosotros mismos, a respetar nuestro trabajo y a los demás. A veces le digo que se pasa de humano, de limpio de alma. Siempre da la mano, algunos se la muerden y él sigue dando. Es de esas personas que no deberían morir jamás”.

Gracias al impulso de Silverio ella dirigió una peña en El Mejunje. Se reunían una noche por semana lo mismo para cantar que actuar. Luego armaron un festival para los transformistas que se iniciaban en ese mundo. En una de aquellas noches, María recibió el carnet del Partido Comunista de Cuba, un suceso que ella misma consideraba inimaginable cuando El Mejunje abrió sus puertas.

Ramón Silverio creó El Mejunje hace 37 años. Foto: Telecubanacán.

“Fue Silverio el que me propuso la militancia, porque me había visto hablar con los jóvenes y entendió que yo podía serlo. Yo soy lesbiana y santera y dije que si el Partido me aceptaba así, sin renunciar a alguna de las dos cosas, no tenía problemas para integrar sus filas. Así lo puse en mi autobiografía y aquí estoy. Incluso fui secretaria del núcleo durante varios años”.

Pero si algo define a María es su militancia con El Mejunje. No piensa retirarse de su trabajo “a menos que me obliguen”, aunque ella sabe que eso no pasará.

Tantas generaciones ya se han acostumbrado a su figura en la puerta, que cuando no está muchos la extrañan. Ella tiene un estilo inconfundible, una magia para imponer respeto que en gran medida garantiza la tranquilidad del lugar.

Pero en la intimidad, lejos del bullicio de El Mejunje, María Jorge luce diferente.

¿Qué busca María en las personas?

–Que tengan amor dentro. Si no hay amor, las cosas no funcionan para mí.

¿Y qué odia?

–A las personas que se traicionan a sí mismas. a quienes traicionan a su país, a su tierra. A esos que les apena decir que son cubanos.

¿Y la lealtad? ¿A qué le es fiel una mujer como María?

–A Changó y a mi familia, tanto de sangre como santoral. Y a la Revolución, hasta el final.

En video, el testimonio

Se han publicado 21 comentarios



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  • Ariagna dijo:

    Excelente trabajo,no solo por el tema,es la forma de contar es la forma de incluir

  • joloro dijo:

    Genial y merecido homenaje a esta amiga de miles,buena persona y de verdad es junto a Silverio un simbolo de ese lugar único que es el Mejunje.Un refugio de la diversidad,la creatividad y la alegria.Un saludo a Maria que siempre que desde Cienfuegos visito el lugar la saludo y que la pueda saludar por muchos años mas.Que el Mejunje siga siendo ese lugar necesario para muchos y que en el no nos falten Silverio y esa persona sencilla y original que es Maria en su taquilla.

  • Ricardo dijo:

    que bueno cuando el alma es limpia

  • Erne dijo:

    Bello articulo muchas felicidades a esa luchadora, no conozco el Mejunje me gustaria conocerlo y conocer a esa luchadora al pagar mi entrada, soy de la habana, centro habana y me gustaria mucho ir a ese lugar.

  • Russo dijo:

    Conozco de esto ,, este reporte es hermoso y real , que buen trabajo periodistico , deberia ampliarse a la TV , nesecitamos estas verdades , estas confesiones que nos acerca mas a la realidad de nuestro pais . Gracias ...

  • spra dijo:

    Saludos a María y nos vemos en el hueco!

  • PP dijo:

    El Mejunje es el sitio más inclusivo de Cuba. Gracias por esta historia tan bien contada.

  • jotab dijo:

    Mucho ache y salud para ti compatriota....cuanto necesitamos a personas como tu....

  • Delbis del Pino López dijo:

    MARIA
    Cara y escudo de unos de los sitios más emblemáticos de la cultura de nuestro país, lesbiana…si, militante…si, religiosa…si, revolucionaria y amiga, sincera y humana, y muchas cosas más, fiel defensora de los derechos del ser humano, pura artista, cualidad que le ha dado la vida.
    Hoy el Mejunje sin María y sin Silverio, solo sería un sitio más dentro de nuestra ciudad…FELICIDADES MARIA, gracias por existir

  • Rachel dijo:

    Esa es nuestra María que sería el mejunje sin ella sin Crespo sin Osly y sin Silverio. Esto nos deja como enseñanza que la orientación sexual no importa mientras conservemos los valores que nos enseñaron los adultos esos valores q tanto demuestran estos personajes del mejunje

    • Tod dijo:

      La orientación sexual no importa BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA , conserven "los valores que nos enseñaron los adultos" (asumo que se refiere a adultos heterosexuales portadores oficiales de los valores correctos, JA! ) o no

  • Carlos dijo:

    Excelente reportaje, fiel reflejo de la realidad del lugar y de las personas que hacen posible que el mejunje se mantenga despues de tantos años sin perder su esencia.
    Saludos desde santa clara

  • Juanki dijo:

    Aplausos para Maria, le aprecio mucho. Gracias Silverio, por el espacio para aquellos q se creian marginados. Bravo al equipo del Mejune

  • Liu dijo:

    Gran mujer. Para mí es y será siempre un ejemplo de lucha, de integridad, de amor, de valentía. Cuento con el placer de conocerla y admirarla.
    El Mejunje. La Casa de TODOS. Lugar de magia, de ensueño, para les que crecimos desde dentro con él y con nuestro padre (el de todos) nuestro amado Ramón Silverio.

  • Lisbeth dijo:

    Que orgullo siento de María, todos los trabajadores del Mejunje, Silverio que reparte amor en nuestro querido Mejunje que es la casa de todo. Debemos dar gracias por tener en nuestra ciudad un lugar como ese dónde podemos ser nosotros mismos, dónde no importa como luzcas, preferencia sexual... Un lugar donde se pasa bien y hay un espacio para todos. Donde todos somos uno. Que orgullo por ese bello proyecto de Santaclaraporlavida que tanta esperanza reparte en momentos difíciles, que da un ejemplo de amor, de que si se puede hacer mucho entre todos, aportando un granito de arena. Los amo. Gracias por hacernos crecer en su seno.

  • MYR dijo:

    Todos la conocemos, la reconocemos y la queremos como parte indisoluble del Mejunje. Distinción merecida. Ashé pa tí, María!!!!!

  • Optimista dijo:

    Felicidades para el periodista, al menos yo, esos son los artículos que quisiera leer, gracias por narrarnos esta linda historia.

  • María Fernanda dijo:

    Un beso para María y Silvio y un abrazo a su tropa en el Mejunje.
    ¡Gente de principios si valen!
    Me gustaría conocerlos!

  • Yoyi78 dijo:

    Ya le debíamos a María esta crónica-entrevista. Como bien han dicho muchos ella es una de las figuras emblemáticas de El Mejunje de Santa Clara. Sin ella muchas de las actividades no hubiesen transcurrido con esa paz y tranquilidad que se respira entre sus paredes desconchadas y sus muros agrafitados. Como la de María hay muchas historias que necesitan ser contadas, principalmente, porque hay todavía mucha resistencia a la diversidad y muchos prejuicios sobre la homosexualidad. Gracias al Mejunje por sus especios de inclusión, gracias a Silverio por mantener viva la magia y gracias, sí, a Maria...por ser ella y dejar ser a los demás. Te lo dice una santaclareña...

  • Mimisma dijo:

    Interesante artículo.

  • Miriam dijo:

    Muy lindo el reportaje. Gracias por tanto amor.

Se han publicado 21 comentarios



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Yunier Javier Sifonte Díaz

Yunier Javier Sifonte Díaz

Graduado de Periodismo en la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en el año 2016. Periodista de Telecubanacán. Colaborador de Cubadebate. En Twitter: @yunier_sifonte

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